Envidio a los muertos, aquellos que ya no necesitan escuchar. Aquellos
que no necesitan entender el por que hay tantas cosas alrededor que no se
entienden. Ya no hay quien los manipule, ni quien les difame, por que ya no les
importa. No hay diferencias en una tumba, mas opulente o austera, inmensa o
insignificante, con o sin nombre, que mas da....todos por igual saboreando la húmeda
tierra, en perfecta comunión con la voz del olvido, del recuerdo, del tan
deseado descanso. Una voz que les dice: "Ahora sois libres, caminad sin
cesar por los parajes y caminos del tiempo, disfrutad del silencio, por mas
ruido que haya fuera, sed amigos de la soledad, por mucho que hablen los estúpidos,
por mucho que suenen las campanas de guerra¡¡¡ sois libres del odio, de la
venganza, de los prejuicios¡¡¡ Sois libres del ser humano" Y aunque ahora
descanso sentado sobre una pequeña duna de tierra, la que queda después de
cavar, y esculpo mi lapida con impaciente fervor, deseando dormir y salir de
este mundo que llora una y otra vez, que sangra y se cauteriza para volver a
sangrar de nuevo, se que no puedo irme. Una soga me ata, un alma me espera
junto al fuego de un herrero, un alma que necesita ser querida, forjada y
templada, con la fuerza que aun me quede. Y por mas impaciencia en marchar que
tenga, no descuidare mi tarea, pues es la fuerza, el honor y la honradez, lo
que hara que muera sin mancha, digno de oler la tan ansiada y profunda corteza
de tierra, los recuerdos, sentimientos y raices perdidas. Tan solo le pido a mi
ya vieja amiga, a la eterna señora, que mientras prepara la mesa para mi ultima
cena, me de un poco mas de tiempo. Mientras tanto le rendiré los honores como
corresponde, envidiando y admirando su hacer en el tiempo, envidiando a los
muertos, aquellos que ya no necesitan reclamar a nadie….
Escrito por Jose Luis Huerga
Escrito por Jose Luis Huerga
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