Seguramente, y será lo más normal, a nadie le importe una
mierda lo que aquí está escrito. Y digo esto porque en esta pantomima que es
Facebook, y aunque se presuma como una herramienta de comunicación, se esta tan
solo como en la vida real, o dicho de otra manera, como en el dia a dia. No voy
a entrar en discusiones sobre si es o no realmente un medio para conocer a
buena gente, aunque particularmente no creo en la existencia de esto último,
salvo algunas excepciones. Estoy de acuerdo cuando se dice que puedes conocer a
gente que está lejos, cuando en otras épocas esto se antojaba mucho más
complicado, incluso estoy de acuerdo también cuando se afirma que es un buen
trampolín para darte a conocer, si te dedicas a tareas artísticas, por poner un
ejemplo. Pero…tener un “amigo” con un “click”? La amistad hasta no hace mucho
había que ganársela, trabajarla, cuidarla y saber mantenerla. ¿Como vas a
llamar amigo a alguien que ni siquiera estas mirando a los ojos cuando hablas
con el? ¿Que realmente no sabes ni quien es? Demasiado frio, demasiado
calculado el hecho de estar hablando, perdón…escribiendo una conversación, y
hablar de cosas, que sin darnos cuenta pueden ser tan privadas, y a la vez tan
públicas, depende de quien tenga ganas de amargarte la existencia, y de si
tiene o no un buen dia. Ya no soporto el hecho de conectarme, abrir la pantalla
de inicio, ver uno o dos comentarios, o post, o links, o como cojones se le
llame a cada cosa que se pone, que valen la pena, y que lo demás sean supinas
estupideces, seguidas de comentarios mas o menos jocosos, pero casi siempre
escritos desde la ignorancia, sin saber que siente o piensa la persona que ha
compartido esos links. Es como si muchos quisieran hacer participes a los demás
de su propio aburrimiento, de su maldita y vacia vida, burlándose a propósito
de cosas serias, o tomando en serio de forma prepotente e importanciosa, el
sentido del humor de alguien que quizá, y de forma excepcional, pueda ser
especial, que haya querido hacer un
apunte inteligente, que no sea uno mas en esta cena de los idiotas que es
Facebook. Bien protegidos están los falsos, pues sus mascaras no cuestan el
esfuerzo de la teatralidad en la vida real, aquí no hace falta forzar la
sonrisa, aquí se ocultan con palabras, y las palabras sin saber de quién
vienen, son tan falsas como ciertas, o tan ciertas como se quieran ver. Lo que
mas me asusta de todo, son las risas, esas risas escritas, sin sonido, mudas de
emoción, dos teclas pulsadas de forma casi histérica, automática, sin el vaho
que se desprende al reir en una noche de invierno, mientras fumamos en la calle
a la puerta del bar (maldita sea la ley antitabaco dicho sea de paso) y nos
burlamos de nosotros mismos por fumar, y jodernos de frio a la vez. Entramos
entre carcajadas, pedimos otra cerveza, y le decimos al dueño que se deje de
mariconadas y ponga Slayer. Se vuelve a escuchar otra risa autentica, la de los
demás burlándose del dueño, y la de el mismo por tener unos clientes tan….en el
bar, o donde sea, te ries de verdad, y no estas solo. Aquí estas pensando en compañía, sonries a una pantalla, y traduces en dos letras tu propia alegría, pero sin
escucharla. Yo prefiero la soledad, es mas creativa, pero la de verdad, la que
proporciona una carretera interminable, que no sepa a donde va, pararme donde
primero me parezca, sacar una libreta y un útil de escritura, y dar forma a mis
pensamientos, sin tener la pretensión de que algún acompañante los vaya a leer,
por lo menos de eso estaré seguro. En esta pantomima que es Facebook, tendrás
un millón de amigos, como decía el cantante, y seguramente si caes bien,
doscientos millones de comentarios e infinitos me gustas (símbolo idiota donde
los haya) pero a los cinco minutos, otra estupidez peor que la anterior, les
llamara la atención, y serás olvidado un millón de veces. En la carretera, caes
en el olvido por ti mismo, porque eres tu y nadie mas, quien conduce y quien a
su vez olvida el silencio que se produce al escribir la risa mas fría del
mundo.
Escrito por Jose Luis Huerga
Escrito por Jose Luis Huerga